No tengo solvencia económica ¿qué hago?
No tener solvencia económica es una situación que, aunque no es agradable, no te debe hacer perder la calma. De hecho, a muchas personas les ocurre en algún momento de su vida. En realidad, lo que debes hacer si se produce esa situación es formularte una pregunta: ¿mi insolvencia es permanente o temporal? Dependiendo de la respuesta, las soluciones (que las hay) son diferentes. En este artículo te contamos qué puedes hacer para salir adelante en ambos casos y cómo Credy te puede ayudar.
Insolvencia económica permanente: qué hacer
Lo primero que debes hacer en este caso es reconocer que tienes un problema. Con solución, pero un problema de base: en tu balance de gastos e ingresos hay algo que no funciona y provoca que los primeros sean superiores a los segundos. Y como es un problema con dos caras (gastos e ingresos), puedes corregir la situación por cualquiera de ambas vías.
Por un lado, repasa minuciosamente tus gastos. Recibos de suministros, facturas de servicios, gastos en la compra, suscripciones, alquiler o hipoteca de la casa, etc. Habrá algunos que no se puedan tocar, pero habrá otros que sí. Reduce su cuantía o directamente prescinde de aquellos gastos que sean superficiales o menos importantes. Si mejora la situación en el futuro, podrás darte el capricho de volver a disfrutar de ellos y será como si no hubiera pasado nada.
Por el otro lado, puedes probar a aumentar tus ingresos. Si tienes trabajo, lo más fácil (y también lo más sacrificado) es hacer horas extra, aunque por un periodo largo de tiempo puede resultar excesivamente duro. Mientras tanto, puedes preparar otra solución mejor: ampliar tu formación y aspirar a un puesto de trabajo mejor remunerado, ya sea en la misma empresa, en otro sector o incluso de forma autónoma. Y si no tienes trabajo, con más razón debes mejorar tu formación a la vez que buscas un empleo con más ahínco.
Sin solvencia económica temporalmente: cómo salir del paso
No tener solvencia económica de forma temporal no es una situación agradable, pero desde luego no es un problema de gran envergadura, al menos si la necesidad de dinero no es demasiado alta. Existen muchas soluciones a tu alcance, tanto si te hacen falta de forma inmediata como si no. Una de ellas es la de los microcréditos online, como los que puedes solicitar en Credy.es: indica cantidad y plazo, rellena el formulario online y podrás recibir hasta 750€ en tu cuenta bancaria en menos de 15 minutos de reloj, si todos los datos proporcionados son correctos.
Esta solución es válida incluso si la deuda en cuestión ya es firme y la compañía que la reclama te ha incluido en una lista de morosos como ASNEF. Para Credy y sus prestamistas, el hecho de estar registrado en este tipo de ficheros no es motivo suficiente como para despojar al cliente de su derecho a la financiación personal. Se valorará cada caso individualmente y se tendrán en cuenta otras circunstancias del solicitante, como su nivel de ingresos, la naturaleza de estos (nómina, pensión, prestación por desempleo, etc.) o la posibilidad de presentar un aval como garantía, algo que tampoco es obligatorio.
Otra opción es la de las casas de empeño, la venta de oro o las tiendas de compra-venta de objetos de segunda mano. Te permiten conseguir dinero con objetos que tienes a mano en tu propia casa, pero tienen algunas desventajas: tendrás que desprenderte de artículos de gran valor emocional, como joyas, el dinero que recibirás es sensiblemente inferior a su verdadero precio de mercado y en muchas ocasiones el dinero no lo recibirás de forma inmediata.
En función de cuál es el gasto que te provoca la insolvencia, existen otras soluciones. Por ejemplo, si es una factura demasiado alta, puedes negociar con la empresa en cuestión un aplazamiento del pago. Algunas compañías, especialmente las energéticas y las telefónicas, dan facilidades para realizar este trámite, en ocasiones sin intereses. Prefieren llegar a un acuerdo amistoso con el cliente antes que iniciar un proceso administrativo para reclamar la deuda e incluir al usuario en una lista de morosos. Otra opción similar es el fraccionamiento de la deuda, que también puede ser sin coste o con bajos intereses. Negocia con la compañía qué plazos y cuotas entran dentro de sus planes.
Más allá de estas opciones, todas ellas viables y propias de cualquier adulto, hay otras más informales y mucho menos recomendables. Por ejemplo, echar mano de ahorros, si se tienen, o bien pedir dinero a familiares y amigos, con los inconvenientes que ello genera: mal trago para quien lo pide y tensión en la relación de confianza entre ambas personas.
Analiza todas estas opciones para solucionar tu falta de solvencia económica, permanente o temporal, y elige aquella que más te convenga desde un punto de vista económico y emocional.